diumenge, 10 de juliol del 2016

España recuerda los 80 años de la Guerra Civil que marcó el ascenso de Franco al poder

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Ese conflicto, que dejó más de 500.000 muertos, fue un ensayo de la Segunda Guerra Mundial. El 17 de julio de 1936 se alzaron los militares en el norte de Africa. Hasta ahí llegó Francisco Franco.

Pedro Schwarze09 de julio del 2016 / 09:00 Hrs
El general Francisco Franco era uno más de un nutrido grupo de militares que participó durante meses en la conspiración golpista para poner fin a la Segunda República española. Pero una serie de presuntos accidentes se encargaron de despejarle el camino y convertirlo en el máximo líder del bando sublevado o nacional durante la Guerra Civil y luego en el dictador que forjó los destinos de España hasta 1975.
Así, el 17 de julio de 1936, hace 80 años, Franco, quien había sido destinado a las Islas Canarias por su conocida posición antirrepublicana, dio inicio a sus movimientos para sumarse al programado golpe de Estado. La excusa perfecta se produjo el día anterior, cuando el general Amado Balmes, comandante militar de Gran Canaria, se disparó accidentalmente en el estómago y murió. Gracias a eso y sin que levantara sospechas, Franco voló desde Tenerife -donde residía- hasta Gran Canaria, para asistir al funeral. Pero el día 18 no regresó a su comando, sino que partió rumbo al norte de Africa donde las guarniciones de Ceuta, Melilla y Tetuán se habían sublevado con éxito.
La idea original de los alzados era que el gobierno español fuese tomado por una Junta Militar encabezada por el general golpista José Sanjurjo, exiliado en Portugal. Pero el 20 de julio, cuando iba a iniciar el viaje hacia España para tomar el mando de la sublevación, la avioneta en la que cruzaría la frontera sufrió un accidente durante el despegue y Sanjurjo falleció.
El golpe de Estado no logró el control total del país por lo que España quedó dividida entre las zonas controladas por el gobierno de Manuel Azaña y los sublevados. El verdadero coordinador de los golpistas, el que por lo mismo adoptó desde antes el nombre clave de “El Director”, era el general Emilio Mola. Tras la muerte de Sanjurjo, el liderazgo golpista y el control de la llamada zona nacional quedó repartido entre Mola y Franco, aunque éste último asumió el mando único, militar y político, el 1 de octubre. El general Mola, en otro accidente de avión, falleció en junio de 1937.
El parcialmente fallido alzamiento militar, que no logró controlar en un comienzo la capital del país, Madrid,  desencadenó una cruenta guerra civil. España estaba hundida en un ambiente de polarización extrema, que se arrastraba desde hace años, y que incluso llevó a que el Rey Alfonso XIII -que había alentado la formación de gobiernos dictatoriales- huyera del país en 1931. Los ánimos estaban enormemente caldeados entre los grupos monárquicos, fascistas, republicanos, socialistas, comunistas y anárquicos, entre católicos y anticatólicos, y la sublevación militar solo encendió el polvorín en el que se había convertido el país.
La guerra, que se extendió hasta el 1 de abril de 1939, fue el prolegómeno de la Segunda Guerra Mundial: los mayores regímenes totalitarios europeos, la Italia de Mussolini, la Alemania de Hitler y la Unión Soviética de Stalin, jugaron sus fichas en España y mientras que las democracias, como Francia y Reino Unido, asumieron un rol timorato por la fuerte presencia comunista y anarquista en el bando republicano. Además, miles de combatientes internacionales llegaron hasta España para sumarse al bando republicano. Y por ahí pasaron también escritores como Ernest Hemingway y fotógrafos como Robert Capa.
Durante los tres años en los que se desarrolló el conflicto, los sublevados o nacionales (que lograron tener un mando más fuerte y unificado y un poderío militar más eficiente, a diferencia del desorden que reinó en el lado republicano) fueron ganando terreno progresivamente. Ambos bandos cometieron graves crímenes, tanto en el frente de combate como en la retaguardia, incluidas desapariciones, detenciones arbitrarias, y asesinatos y fusilamientos extrajudiciales (sin embargo, en los años posteriores solo fueron investigados los cometidos en territorio republicano). La guerra dejó unos 500.000 muertos (por años se habló de un millón de fallecidos, pero los historiadores han reducido esa cifra), destruyó al país y sentó las bases en las que operó la dictadura franquista una vez terminado el enfrentamiento.
La República resistió hasta los últimos meses en el centro de España y en Cataluña, territorios desconectados entre sí. Pero el asedio de las fuerzas franquistas se hizo imparable. Primero cayó Cataluña: las tropas nacionales entraron en Barcelona el 26 de enero de 1939. De ahí en adelante, la caída de Madrid y el fin de la guerra fue cuestión de semanas. El 28 de marzo las tropas de Franco entraron en la capital y rápidamente los sublevados ocuparon prácticamente sin lucha toda la zona centro-sur del país que había permanecido bajo la autoridad de la República durante toda la guerra.
El 1 de abril de 1939 se difundió el último parte de la Guerra Civil Española. Firmado por “el Generalísimo Francisco Franco Bahamonde” se sostenía que “en el día de hoy, cautivo y desarmado el ejército rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado”.