dimecres, 13 de juliol del 2016

La última trinchera. Arqueología de la Guerra Civil.

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martes, 12 de julio de 2016


Cartucho de 0,303 perdido por los del Batallón Edgar André en la Casa de Campo

La última línea siempre tiene algo de trágico. Los últimos tiros en el Reichstag de Berlín, el último helicóptero que sale de Saigón. 

En la Casa de Campo excavamos uno de esos reductos en los que resiste un puñado de hombres antes de que todo se vaya al garete. 

El 7 de noviembre de 1936, los sublevados entran en la Casa de Campo y avanzan rápidamente. Cerro Garabitas cae el día 8. El 9 lo retoman los anarquistas de Cipriano Mera pero lo abandonan inmediatamente.

Se desplaza entonces allí la XI Brigada Internacional, en concreto al batallón Edgar André, formado por alemanes. Varela lanza un nuevo ataque el día 9 para acabar de ocupar el parque, pero los de la XI lo detienen y los sublevados retroceden a sus posiciones de partida en Garabitas. El combate se prolonga hasta el día 10 por la mañana. Un tercio de los internacionales muere en unos pocos días de combate.

Para el día 11 la mayor parte de la Casa de Campo ha caído en manos de los rebeldes. Solo permacen en poder de los republicanos el lago y un pequeño sector situado al norte delarroyo Antequina, la zona conocida como Casa de Vacas, por una vaquería construida en el siglo XIX.

Aquí resisten los del Batallón Edgar André durante una semana los ataques sublevados hasta que, finalmente, ante los continuados bombardeos con artillería, morteros y aviación, se ven obligados a retirarse hacia el Cerro del Águila y posteriormente al Manzanares.  

La trinchera donde lucharon los alemanes, la última línea republicana de la Casa de Campo, está conservada casi íntegra. En ella y en su entorno documentamos restos de los brutales combates que tuvieron lugar aquí durante la segunda semana de noviembre de 1936. 

La munición más abundante pertenece al calibre 0,303 que disparaban los fusiles Enfieldusados por los brigadistas: encontramos numerosas guías de peines, cartuchos y casquillos percutidos. 22.000 rifles de este tipo llegaron en dos cargamentos desde la Unión Soviética el 21 de octubre y el 1 de noviembre, pocos días antes de que comenzara la lucha en Madrid. 

También aparecen casquillos de Mosin de 7,62x54. Los Mosines no llegaron hasta enero de 1937, pero la misma munición la utilizaban las ametralladoras Maxim y los fusiles ametralladores DP-1928, que llegaron a España el 25 de octubre de 1936. Ambos se emplearon en la posición de Casa de Vacas. Cuando plasmemos los hallazgos en un mapa,podremos saber donde se situaban las armas automáticas.

Los brigadistas debían de contar también con algún Máuser de 7 mm, pues ha aparecido un cartucho percutido pero no disparado - un defecto de fabricación que también afectó a varios cartuchos de 0,303 y que debió de causar enorme frustración entre los combatientes.Además, registramos una guía de peine de Máuser mexicano con el sello FNC (Fábrica Nacional de Cuernavaca). 

Guía de peine mexicano

Las balas de pistola y los restos de granada de fragmentación nos indican que los legionarios y los moros llegaron hasta los mismos parapetos republicanos.  

Los brigadistas recibían fuego de fusiles y armas automáticas de 7 mm, de 6,5 mm (fusilMannlicher-Carcano o fusil ametrallador Breda) y de Máuser de 7,92 mm. Pero lo peor no eran las balas, sino la tempestad de metralla: hemos registrado docenas de fragmentos deproyectiles de artillería, de 155 y 75 mm, e incluso restos de una bomba de aviación. La Casa de Vacas quedó arrasada y aún hoy no es más que una montaña de escombros.


Abrevaderos de la Casa de Vacas, bombardeada en 1936

Apenas hemos comenzado a raspar la superficie, pero los hallazgos ya nos hablan de la virulencia de la lucha por la última trinchera. En este caso, además no solo contamos con la información de los objetos, sino con el testimonio de un protagonista de los combates. De ello hablaremos en una siguiente entrada.