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SOS bebés robados

Cuando uno recorre tantos lugares mágicos con un libro debajo del brazo, sin un duro en la cartera y todo el corazón encerrado bajo verso, es fácil descubrir que detrás de cada historia, hay un trozo de decepción, de verdad y de guerra. 

JUEVES, 18 DE ABRIL DE 2013 SIMÓN HERNÁNDEZ La poesía da muchos triunfos, también alguna derrota, pero cuando estas pupilas viajan al pasado, solo pueden sentirse orgullosas del futuro. Hace unos meses conocí a una persona, que más allá de enseñarme el valor que tiene  la verdad, me ha enseñado lo importante que es defenderla,  de asumir las obligaciones de estar vivo. No tiene que ser fácil descubrir que han robado tu pasado, que han  cambiado tu destino o encontrarte, día a día, con un pasado que durante muchos años descanso en el olvido. Conocer a uno de esos niños “robados” me ha cambiado la vida. Hay cientos de historias invisibles bajo la alfombra, vidas que todavía están por descubrir y un presente cargado de razones para seguir luchando. Esa palabra, que los utópicos llamamos justicia, me llevo a escribir poema, padre de este poema, que hoy, más que ayer, sigue gritando en nombre de la verdad. Busco en el recuerdo la justicia, la pupila robada de la esperanza, mi ser, tu mirada, la verdad.   En cada lágrima busco un grito, una estrella donde dejar enterrado al triste sueño del olvido.   En cada silencio hay un rincón de eco, una voz que calla, la mentira, una estación donde volver a amar.   Ahora, roto y herido, resisto.   Me levanto, te busco  y encuentro ese corazón desahuciado que me invita otra vez a luchar.   Detrás de cada puerta hay una eternidad sin fronteras, una guerra entre después y todavía   donde el miedo es la triste huella de los besos eternos del mar.