Si Clara Campoamor hubiera vivido en Francia o en EEUU hoy sería una figura destacada del país y su trabajo tendría reconocimiento mundial, como sucede con Simone de Beauvoir o Betty Friedan.
Si España no hubiera destruido la raya continua que la unía con la Segunda República, su clase política gozaría de una formación y unos referentes de primera clase.
La altura política de Clara Campoamor queda reflejada en su intervención en el debate celebrado el 1 de diciembre de 1931 para que se limitase la efectividad del voto femenino en las elecciones municipales parciales, hasta que no hubiera concluido la renovación de todos los ayuntamientos:
“Lo que os pasa es que medís al país por vuestro miedo; os ocupáis de lo accesorio, y no de lo verdaderamente sustantivo, y englobáis a todas las mujeres en la misma actitud, acaso –y yo no ofendo a los Diputados, sino que contemplo la situación del país–, acaso mirándola por la intimidad de vuestra vida, en que no habéis sabido hacer la separación entre religión y política. Y voy ahora al argumento para mí más claro, en defensa de mi punto de vista. Decís que la mujer no tiene preparación política. Decía el señor Peñalba, no sé en virtud de qué cálculos, que un millón sí la tienen y cinco millones no. Y yo os pregunto, de los hombres, ¿cuántos millones están preparados?”
Si España no hubiera destruido la raya continua que la unía con la Segunda República, su clase política gozaría de una formación y unos referentes de primera clase.
La altura política de Clara Campoamor queda reflejada en su intervención en el debate celebrado el 1 de diciembre de 1931 para que se limitase la efectividad del voto femenino en las elecciones municipales parciales, hasta que no hubiera concluido la renovación de todos los ayuntamientos:
“Lo que os pasa es que medís al país por vuestro miedo; os ocupáis de lo accesorio, y no de lo verdaderamente sustantivo, y englobáis a todas las mujeres en la misma actitud, acaso –y yo no ofendo a los Diputados, sino que contemplo la situación del país–, acaso mirándola por la intimidad de vuestra vida, en que no habéis sabido hacer la separación entre religión y política. Y voy ahora al argumento para mí más claro, en defensa de mi punto de vista. Decís que la mujer no tiene preparación política. Decía el señor Peñalba, no sé en virtud de qué cálculos, que un millón sí la tienen y cinco millones no. Y yo os pregunto, de los hombres, ¿cuántos millones están preparados?”
Foto durante un discurso en San Sebastián, Pinterest.
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