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Por Miguel Ángel Rodríguez Arias | Se cumplen 70 años de la liberación del campo de la muerte, cuyo nombre evoca lo más cerca que ha llegado a estar la humanidad del mal absoluto en toda su historia.
25 Enero 2015 - 22:13 h.
| Hablar de Auschwitz continúa siendo hoy demasiado difícil, demasiado insuficiente, demasiado sobrecogedor
Auschwitz, y los otros más de 50 "campos de la muerte" diseminados por toda la Europa ocupada, evocados al unísono con ese sólo nombre; y ello sin contar los casi 1000 campos de concentración del Tercer Reich, los más de 1150 guetos y todo lo demás.
Declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, hablar de Auschwitz continúa siendo hoy demasiado difícil, demasiado insuficiente, demasiado sobrecogedor. No hay texto ni palabras suficientes para abarcar lo que fue Auschwitz, y mucho menos en un breve artículo, es verdad.
Pero con todo me resulta demasiado inaceptable, que incluso en el día que se recuerda el 70 aniversario de Auschwitz y de todo lo que allí sucedió se permita -se promueva- olvidar que Auschwitz fue el mayor campo de trabajo forzado de la Alemania nazi y queAuschwitz fue también "IG Auschwitz". Filial de IG Farben, el gran cartel empresarial del momento, formado por las empresas Bayer, HOECHST y BASF. Y no digo el gran cartel empresarial "alemán", porque eso tampoco sería verdad, no hasta poco antes de diciembre de 1941 y el ataque a Pearl Harbor.
Y no podría ser verdad decir eso porque, según el propio informe oficial de la sección de investigación financiera del gobierno militar de ocupación, a las alturas de 1940 del total de las 324.766 acciones que componían el Cartel IG Farben únicamente 35.616 de éstas estaban en manos de personas con residencia en Alemania, mientras que casi el triple de esa cantidad, 86.671 acciones, estaban en manos de inversores de nacionalidad estadounidense y casi cinco veces más, 166.100 acciones, estaban en manos de ciudadanos suizos.
Esto es más de un 80% del capital social de IG Farben, fue financiado desde Wall Street y Suiza, frente a poco más de un 10% directamente alemán.
Y esa sería, precisamente, una de las razones determinantes para excluir el juicio a los responsables empresariales de IG Farben (hasta 24 altos directivos de la compañía) de los Juicios principales de Núremberg: la imposibilidad de dejar fuera de la investigación penal a otros ciudadanos de Estados Unidos, Reino Unido y otros países.
Porque los líderes nazis fueron unos monstruos y unos dementes, por supuesto que sí, pero algún día deberá terminarse de hablar también de la auténtica conspiración de Farben, Krupp y otras empresas mastodónticas, mundiales, supuestamente "alemanas" que en nombre de un "beneficio" autoreferencial y fuera de toda sensatez y humanidad, les ensalzaron y financiaron sin límite con más de tres millones de marcos de la época para que "las elecciones de 1933 fuesen las últimas elecciones de la República de Weimar" (von Schnitzler dixit) y poder hacer después "negocios" a satisfacción con el régimen nacionalsocialista y aprovechando la "oportunidad de mercado" de la invasión de casi toda Europa e "instalaciones de trabajo" como Auschwitz.
Porque tal y como señalaría el fiscal Taylor en su posterior "indictment", durante los Juicios posteriores a Núremberg: "IG marchó con la Wehrmacht, concibió, inició y preparó un detallado plan para hacerse al amparo de ésta con la industria química de Austria, Checoslovaquia, Polonia, Noruega, Francia, Rusia y otros 18 países".
Y por eso tampoco debería sorprender que, una vez derrotada la Alemania nazi, una de las Leyes del Consejo de Control aliado fuese, específicamente, la número 9, de 20 de septiembre de 1945, destinada a disolver por ley el Cartel IG Farben (“Beschlagnahme und Kontrolle des Vermögens der I. G. Farbenindustrie”). Ley fundamentada, según las palabras de su propio preámbulo, en la necesidad de “impedir que IG Farben pudiese representar ninguna amenaza futura a sus vecinos o a la paz mundial a través de Alemania.
Y no es que me cupiese esperar en un día como hoy ningún tipo de comunicado o petición pública de perdón por "IG Auschwitz" por parte de Bayer, HOECHST y BASF, que, a diferencia de su matriz, Farben, sí continúan hoy existiendo.
Pero sí que considero que "IG Auschwitz" representa un motivo muy real de preocupación acerca de la necesidad de los "límites y controles" del poder corporativo en el mundo actual y la actual insuficiencia de los instrumentos de Derecho penal internacional ante todo ello.
Y que, un día como hoy, resulta demasiado inaceptable, y arriesgado para el futuro, que ni siquiera se mencione la fundamental responsabilidad desempeñada por estos otros actores empresariales en el crimen sin fondo de Auschwitz. No olvidemos tan fácilmente lo que no queramos que se pueda volver a repetir en este nuevo siglo XXI.
Por Miguel Ángel Rodríguez Arias | Experto en Derecho Penal Internacional
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