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Entre los últimos meses de 1936 y los primeros de 1937 desaparecieron casi 900 personas en las Islas, a las que se añaden los 123 hombres fusilados durante la guerra
Tras la guerra los detenidos fueron enviados a prisiones como las habilitadas en el almacén de la compañía frutera británica Fyffes en Tenerife y al campo de concentración de Gando en Gran Canaria
Aarón León Álvarez * - La Laguna
«LA GUERRA HA TERMINADO. Burgos, 1º de abril de 1939, año de la Victoria». Las tropas nacionales habían alcanzado sus últimos objetivos militares. En Canarias, mientras tanto, hacía dos años y medio que los sublevados se habían hecho con el control de la situación. Fue durante ese tiempo cuando en las Islas, territorio de retaguardia material y humano para el frente peninsular, se ejecutaron las tareas represivas más duras, especialmente entre los últimos meses de 1936 y los primeros de 1937. El historiador Salvador González Vázquez estima que en esos meses pudieron ser desaparecidas casi 900 personas en las Islas. Aparte de ellas, habría que tener en cuenta el fusilamiento de 123 hombres en ambas provincias durante la guerra. Eran personas vinculadas a las organizaciones políticas y sindicales (socialistas, anarquistas y comunistas, fundamentalmente) que durante la Segunda República habían protagonizado luchas y huelgas en todos los sectores económicos, como nunca antes había sucedido en Canarias. Representaban una amenaza para el poder hegemónico de los grupos dirigentes canarios, especialmente para los propietarios agrícolas y comerciantes y exportadores de fruta.
Además, fue entonces, pasados los primeros meses de la guerra, cuando los detenidos empezaron a ser enviados a prisiones como las habilitadas en el almacén de la compañía frutera británica Fyffes en Tenerife y al campo de concentración de Gando en Gran Canaria. Sin olvidar que por el artículo 5º del Bando de Guerra se habían destituido a los representantes populares en las instituciones; un buen número de ellos fueron también detenidos y desaparecidos.
La represión fue ejecutada, apoyada y/o tolerada por militares, guardias civiles, falangistas, militantes de Acción Ciudadana y también por individuos que colaboraban con estas organizaciones en las tareas de suministro de información y delación. Permitió realizar la limpieza social ordenada por el nuevo régimen como requisito indispensable para una reeducación y reorganización de la sociedad, pero también, la represión actúo reforzando cierta cohesión social entre los vencedores, pues la misma se insertaba en su Cruzada por devolver el orden a España. Se transformaron las relaciones sociales, así como las actitudes ante lo político y lo social. La vida en general cambió.
Pero la represión no fue exclusivamente física. Fue también económica, social, laboral, cultural, moral. Se manifestó de diversas maneras y no dejaría de estar presente durante los años siguientes a la finalización de la Guerra Civil. Durante la posguerra el uso de la violencia, ahora desde el aparato del Estado en las Islas, continuó teniendo un papel clave, como se demuestra con las detenciones y desmantelamiento de la organización comunista canaria en 1947. Detenciones, vigilancia permanente, registros, palizas, etc fueron comunes en los siguientes años, quedando constancia de ello en la documentación de la Dirección General de Seguridad.
La guerra tardaría mucho en finalizar. Fue el día a día de miles de presos durante aquellos años de hambre y escasez, en la cárcel o en la vuelta a sus casas. El rechazo de sus convecinos, la imposibilidad de conseguir un trabajo. La necesidad de abandonar las Islas y emigrar a América. La guerra fue algo más que el frente de batalla y la represión la clave sobre la que se cimentó inicialmente la dictadura en Canarias.
* Aarón León Álvarez es Doctorando en Historia por la ULL. Especialista en el periodo franquista.
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