¿No te sientes, obrero, un poco poeta, un poco loco, un poco dichoso? Mira que estamos en el gran día de las flores, de la resurrección de la vida. Mira que estamos en plena renovación, en plena savia, en pleno amor. Todo canta la gloria de Mayo florido.
Tú puedes, como las jovencitas que van a cantar sus virginales
anhelos al pie del altar, tú puedes rendir tu
culto de entusiasmo, de vigor, de energía, al dios de las
victorias. Has vencido, y los cánticos de triunfo no estarían mal en gargantas de energúmenos.
Es también tu día Primero de Mayo. Tienes tu fiesta y tu icono. Diviértete, pero ríe, ríe, bebe, baila, canta: marcha en
correcta y nutrida formación hacia el
mañana dichoso. Tus héroes delante; delante tus pendones; llega a las
puertas de la sinagoga autoritaria, reza tu anual plegaria, y vuelve a cantar, a danzar, a beber, a reír, a
perorar, a divertirte. Tienes tu fiesta y tu
icono. Es también tu fiesta el Primero de Mayo.
¿Sabes cómo se llama tu ídolo? Santa Rutina Te Ilumine. ¿Sabes
lo que festejas y por qué lo festejas? Que
la divina imagen de la esclavitud haga en tu cerebro la
claridad de todas las verdades. Marcha, marcha como rebaño, como recua, como piara, tras tus pendones y tus héroes.
Al final de la jornada, con la voz
ronca, los huesos magullados, turbia la mirada, vacilante el
pensamiento por el cansancio, acaso encontrarás yerto el hogar, dormidos tus amores, muertas tus esperanzas, fallidas tus
locuras. La mísera realidad de tus
miserias acaso barra de tu mente las oleadas de demencia y de poesía del florido Mayo. Has cumplido con tu deber de buen
ciudadano, de obrero
disciplinado, de fervoroso creyente. Y puedes dormir tranquilo.
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