divendres, 2 de maig del 2014

"Franco no fue sólo un dictador. Fue un asesino". Enric Sopena.


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Recuerden!
"Franco no fue sólo un dictador. Fue un asesino
Y luego dirán que ellos no son franquistas. ¡Y claro que lo son! O mejor dicho, ellos son los protectores y los herederos del dictador. Bueno, dicen los populares, es que nosotros no queremos denominar a Franco dictador. ¿Por qué? Pues porque el Caudillo no fue un dictador, sino simplemente un gobernante autoritario, según proclama el coro de la vieja guardia, acogida felizmente en Génova 13.
“Falangista auténtico”
El Gobierno de Mariano Rajoy -cuyas vinculaciones con el franquismo son perfectamente conocidas- continúa en la misma senda no democrática del Gobierno de Aznar. José María Aznar, que tanto ama en la actualidad a la Constitución, dejó escrito para la historia una serie de ataques furibundos contra la Carta Magna. Y de jovencito se declaró “falangista auténtico”
El abuelo cercano al Generalísimo
Hizo sus escritos periodísticos combatiendo la Transición, cuando ya era dirigente de Alianza Popular en La Rioja. No en vano su abuelo, Manuel Aznar Zubigaray, fue uno de los periodistas más cercanos al Generalísmo y muy querido en el Palacio del Pardo.
Franco no fue sólo un dictador
El Gobierno del PP ha reaccionado negativamente -como era de esperar- a la petición de que no se mantenga el Ducado de Franco como título nobiliario. Ha dicho el Ejecutivo que esto además no constaba en la Ley de Memoria Histórica, y tiene razón. Pero una cosa es la legalidad y otra muy diferente la dignidad. Franco no fue sólo un dictador.
Pactos sangrientos
Fue un asesino hasta poco antes de su muerte. Y fue un asesino de la libertad, que ganó la guerra de 1936 a 1939 gracias a sus pactos sangrientos con Adolfo Hitler y Benito Mussolini. Y con la Iglesia católica que, salvo algunas honrosas excepciones, santificó de hecho al dictador.
Calles de Madrid
Como los herederos del franquismo no quieren en absoluto que las víctimas de la guerra civil puedan ser rescatadas una por una, rechazan así siempre la transparencia de la que hacen gala, aunque nunca la practican. En fin, he aquí otra prueba de que la mayoría de los populares son intercambiables con los franquistas. Muchas calles de Madrid lo demuestran. Los nombres de numerosos generales y militares golpistas siguen exhibidos en algunos barrios de la capital de España.
(Enric Sopena)