Ángeles RC ha compartido la foto de Las Sinsombrero.
Esta semana os contamos la historia de….
ELISA SÁNCHEZ LORIGA y MARCELA GRACIA IBEAS
(A Coruña 1862 - ?) y (Burgos 1867- ?)
Maestras españolas.
ELISA SÁNCHEZ LORIGA y MARCELA GRACIA IBEAS
(A Coruña 1862 - ?) y (Burgos 1867- ?)
Maestras españolas.
El 8 de junio de 1901, Mario Sánchez Loriga y Marcela Gracia Ibeas contraían matrimonio en la parroquia de San Jorge en A Coruña. Una ceremonia que transcurrió con normalidad, hasta que fueron descubiertos. Porque Mario y Marcela en realidad eran Elisa y Marcela y su matrimonio se convirtió en el primer enlace homosexual registrado en España.
Elisa y Marcela se conocieron en la Escuela Normal y desde el primer día fueron inseparables “¡Ay, mamá!, ¡Si vieses qué amiga más simpática y más buena tengo! La conocí en la Escuela. Es pariente de la directora. No estudia, pero va allí a trabajar.” (declaración de Marcela a La Voz de Galicia, 22 de junio de 1901). De su intensa amistad surgió el amor y vivieron su romance en clandestinidad. Vivían juntas siempre que el trabajo se lo permitía “Vivían las dos en la más absoluta intimidad. No tenían criada, era Elisa quién […] se encargaba del cuidado de la casa” (O Primerio de Janeiro, 22 agosto 1901), pues ambas ejercían de maestras en distintas localidades coruñesas y, cuando no, hacían todo lo posible por pasar tiempo juntas “Elisa iba todos los sábados a visitar a Marcela, y sólo se marchaba los lunes” (La Voz de Galicia, 29 de junio de 1901).
El amor de Elisa y Marcela superó todas las barreras eclesiásticas, jurídicas y morales que imperaban en la España de principios del s XX. Elisa se convirtió en Mario y, vestida de hombre, declaró su amor por Marcela en el altar. Pero el matrimonio no pudo disfrutar ni de su luna de miel, pues tras la boda fueron descubiertas por las autoridades eclesiásticas “La hemos hecho buena: ¡hemos casado a dos mujeres!” (Carta recibida por el párroco de San Jorge “Elisa y Marcela. Más allá de los hombres”) y abucheadas por sus vecinos “¡Que salga ésa!, ¡Que salga el marimacho!” (La Voz de Galicia, 29 junio 1901). El caso tuvo una fuerte repercusión mediática y social, apareciendo en todas las portadas de la prensa española “Asunto Ruidoso. Un matrimonio sin Hombre” (La Voz de Galicia, 22 de junio de 1901), y dedicándoles amplios reportajes durante todo el proceso.
La enamorada pareja, perseguida por las autoridades y rechazadas por la sociedad, huyó a Oporto en busca del anonimato que les permitiera vivir en libertad. Pero la insistente persecución de Elisa y Marcela por parte de las autoridades españolas llegó hasta la ciudad portuguesa. Allí fueron detenidas, encarceladas y juzgadas alcanzando el caso una transcendencia internacional. Pero mientras la sociedad española pedía un castigo, la población portuguesa se posicionaba en su favor, ayudándolas a través de aportaciones económicas, y de la realización de distintas acciones a favor de su libertad, como el manuscrito dirigido al Ministerio de Exteriores de España, avalado por más de 500 firmas “El documento, que contiene una corta súplica, aunque define perfectamente la angustiosa situación de las dos mujeres, ha sido también secundado por gran número de ciudadanos portuenses, entre los que se hallan muchos nombres considerados y distinguidos de nuestra tierra porque, como hemos dicho, hoy las dos presas infunden una profunda y justificada compasión. Quien las oye se convence fácilmente de que se trata de dos irresponsables, por lo que midieron con precisión el alcance de la comedia que tan amargos sinsabores les ha acarreado” (Jornal de noticias, 27 agosto 1901). Del mismo modo ocurrió con la justicia, mientras desde España se pedía su extradición y encarcelamiento, Portugal las puso en libertad.
Tras su liberación en 1902, Marcela tuvo una hija y la familia huyó a Buenos Aires. Nada se sabe de ellas desde 1904, es grato imaginar que se debe a que, al fin, consiguieron vivir en tranquilidad, anonimato y libertad.
Elisa y Marcela se conocieron en la Escuela Normal y desde el primer día fueron inseparables “¡Ay, mamá!, ¡Si vieses qué amiga más simpática y más buena tengo! La conocí en la Escuela. Es pariente de la directora. No estudia, pero va allí a trabajar.” (declaración de Marcela a La Voz de Galicia, 22 de junio de 1901). De su intensa amistad surgió el amor y vivieron su romance en clandestinidad. Vivían juntas siempre que el trabajo se lo permitía “Vivían las dos en la más absoluta intimidad. No tenían criada, era Elisa quién […] se encargaba del cuidado de la casa” (O Primerio de Janeiro, 22 agosto 1901), pues ambas ejercían de maestras en distintas localidades coruñesas y, cuando no, hacían todo lo posible por pasar tiempo juntas “Elisa iba todos los sábados a visitar a Marcela, y sólo se marchaba los lunes” (La Voz de Galicia, 29 de junio de 1901).
El amor de Elisa y Marcela superó todas las barreras eclesiásticas, jurídicas y morales que imperaban en la España de principios del s XX. Elisa se convirtió en Mario y, vestida de hombre, declaró su amor por Marcela en el altar. Pero el matrimonio no pudo disfrutar ni de su luna de miel, pues tras la boda fueron descubiertas por las autoridades eclesiásticas “La hemos hecho buena: ¡hemos casado a dos mujeres!” (Carta recibida por el párroco de San Jorge “Elisa y Marcela. Más allá de los hombres”) y abucheadas por sus vecinos “¡Que salga ésa!, ¡Que salga el marimacho!” (La Voz de Galicia, 29 junio 1901). El caso tuvo una fuerte repercusión mediática y social, apareciendo en todas las portadas de la prensa española “Asunto Ruidoso. Un matrimonio sin Hombre” (La Voz de Galicia, 22 de junio de 1901), y dedicándoles amplios reportajes durante todo el proceso.
La enamorada pareja, perseguida por las autoridades y rechazadas por la sociedad, huyó a Oporto en busca del anonimato que les permitiera vivir en libertad. Pero la insistente persecución de Elisa y Marcela por parte de las autoridades españolas llegó hasta la ciudad portuguesa. Allí fueron detenidas, encarceladas y juzgadas alcanzando el caso una transcendencia internacional. Pero mientras la sociedad española pedía un castigo, la población portuguesa se posicionaba en su favor, ayudándolas a través de aportaciones económicas, y de la realización de distintas acciones a favor de su libertad, como el manuscrito dirigido al Ministerio de Exteriores de España, avalado por más de 500 firmas “El documento, que contiene una corta súplica, aunque define perfectamente la angustiosa situación de las dos mujeres, ha sido también secundado por gran número de ciudadanos portuenses, entre los que se hallan muchos nombres considerados y distinguidos de nuestra tierra porque, como hemos dicho, hoy las dos presas infunden una profunda y justificada compasión. Quien las oye se convence fácilmente de que se trata de dos irresponsables, por lo que midieron con precisión el alcance de la comedia que tan amargos sinsabores les ha acarreado” (Jornal de noticias, 27 agosto 1901). Del mismo modo ocurrió con la justicia, mientras desde España se pedía su extradición y encarcelamiento, Portugal las puso en libertad.
Tras su liberación en 1902, Marcela tuvo una hija y la familia huyó a Buenos Aires. Nada se sabe de ellas desde 1904, es grato imaginar que se debe a que, al fin, consiguieron vivir en tranquilidad, anonimato y libertad.
No os perdáis esta semana su extraordinaria vida…
En la fotografía, Elisa y Marcela el día de su boda.
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