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Entrevista
El magistrado emérito de Tribunal Supremo, José Antonio Martín Pallín, que participa en La Palma en unas jornadas sobre Recuperación de la Memoria Histórica, considera “triste y lamentable” que sean los familiares de los asesinados durante la Guerra Civil “los que descubran y den digna sepultura a sus muertos”.
Esther R. Medina - Santa Cruz de La Palma
Es un destacado jurista comprometido con los derechos humanos que reclama “verdad, justicia y reparación” para los asesinados durante la dictadura franquista y sus familiares. En una entrevista concedida a LA PALMA AHORA, José Antonio Martín Pallín ha asegurado que la Ley de Memoria Histórica, aunque ha supuesto un avance, “se ha quedado a la mitad quizás por cálculos electoralistas del Partido Socialista”.
-En 2009 tituló uno de sus artículos ‘Los muertos (de la Guerra Civil) han aprendido a esperar’
-El título tiene plena actualidad. Han pasado muchos años, demasiados del final de la Guerra Civil, bastantes también de la muerte y fin de la dictadura, y creo que somos el único país de Europa en el que los gobiernos han decidido que tienen que ser los familiares los que descubran y den digna sepultura a sus muertos. Realmente es triste y lamentable.
-¿Ha habido impunidad con los crímenes cometidos durante la Guerra Civil y el franquismo?
-No lo digo yo, lo acaba de decir el relator especial de Naciones Unidas, que ha hecho una visita a España en relación con las desapariciones forzosas, es decir, los muertos en las cunetas, y el grupo de trabajo que acompaña al relator especial –que se ha entrevistado con el Gobierno y con todo el mundo- ha concluido que España, por una serie de factores –la situación de la judicatura, de la fiscalía, una ley de amnistía que nos ha dicho Naciones Unidas que tenemos que derogarla, etc.,- es el reino de la impunidad.
-Hay todavía miles de cadáveres que aguardan en las fosas comunes y cunetas a que un juez les ampare.
-Efectivamente, porque la Ley de Enjuiciamiento Criminal dice claramente que si aparecen unos restos humanos con signos externos de violencia, el juez tiene que ir al lugar y ordenar que se abra la fosa, y con el médico forense ir a practicar las diligencias para intentar averiguar qué pasó. Cuando se trata de fosas comunes, a partir de la experiencia de Argentina, el juez y el forense ya no son suficientes, se necesitan arqueólogos, especialistas, porque es muy delicado saber separar los restos para obtener el ADN, pero, bueno, esto sería una pericia como otra cualquiera que costaría más dinero, por supuesto, pero es perfectamente asumible por cualquier gobierno o por cualquier administración autonómica.
-Usted ha afirmado que cuando se le dice a un juez ‘venga a ver este cráneo con un agujero de bala’ y no va, está prevaricando.
-Pues claro, porque no está cumpliendo la Ley de forma deliberada, y por mucho que diga que eso está amnistiado, está haciendo una presunción temeraria; qué sabe él si es un muerto de la Guerra Civil o es un muerto de anteayer o es un muerto de violencia de género. Me parece una temeridad, y cuando un juez cae en una temeridad, está prevaricando.
-Asegura que nadie pretende reescribir la historia ni tomarse la revancha, sólo recordar a Marcuse: "Contra la rendición del tiempo, la restauración de los derechos de la memoria es un vehículo de liberación, es una de las más notables tareas del pensamiento humano".
-Por supuesto, y, además, es una obligación no sólo con los muertos y sus familias sino con las generaciones futuras. Un país no se puede estructurar y tener coherencia si hay una parte de los ciudadanos –ahora ya son los nietos- que consideran que sus parientes el único delito que han cometido es estar en el bando de los vencidos. Cuando un país se divide entre vencedores y vencidos, no hay coherencia, es un país fallido.
-¿Qué ha supuesto la Ley de la Memoria Histórica?
-Pretendía dar un paso, y, en honor a la verdad, es un paso respecto a lo anterior, pero por razones quizás de cálculos electoralistas por parte del Partido Socialista, se ha quedado en la mitad, aunque reconozco que hay elementos suficientes, por ejemplo, para anular los consejos de guerra porque se dice que los tribunales eran ilegítimos y las sentencias injustas. No hace falta ser licenciando en Derecho sino tener dos dedos de frente para saber que una sentencia injusta editada por un tribunal ilegítimo es nula. Sin embargo, el Tribunal Supremo, la Sala Quinta, dice que no, que no son nulas. Pues muy bien, espero que lo sepan explicar en las facultades de Derecho.
-¿Es posible la reconciliación sin la verdad?
-En este aspecto, uno de mis mentores es Marcel Camus. La reconciliación, el perdón, son cuestiones muy subjetivas. Creo que la verdad es necesaria, por su supuesto, y la justicia y la reparación. Y con eso ya se consigue convivir, que es bastante, y si después alguien quiere la reconciliación y llega a ella, pues mucho mejor. Los pasos son verdad, justicia, reparación y convivencia.
-Defiende que “la verdad puede resultar incómoda pero el olvido mata y es un obstáculo insalvable para la salud y la dignidad de una sociedad”.
-Efectivamente, una sociedad no puede vivir con esa losa y, sobre todo, con la mala conciencia de que no hecho nada, absolutamente nada, para tratar de reparar la justicia. Yo sería el primero en oponerme a que cualquier persona corresponsable de crímenes contra la humanidad que tenga hoy 90 años, vaya a la cárcel, pero, por lo menos, que se restablezca la verdad.
-¿Sabe que en La Palma desaparecieron más de 50 personas durante la Guerra Civil?
-Todo el Archipiélago es una paradoja, porque fue una zona donde no hubo guerra, en sentido técnico, sólo represión. Esto indica cuál era el propósito de los golpistas, de los que se alzaron en armas: exterminar a gran parte de la población, y eso lo dijo el general Franco a un periodista americano cuando se lo preguntó. Dijo textualmente que si era necesario matar a media España, pues lo haría.
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