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'Memoria herida', un conjunto en granito que evoca un paredón horadado por las balas y un campo de lápidas, será inaugurado mañana en la plaza del Cortijo de la villa moscona
VIERNES 10 DE ABRIL DE 2015
Memoria herida, un complejo escultórico concebido y realizado por el artista Fernando Alba levantará desde mañana testimonio de las víctimas del franquismo en Grado. La plaza del Cortijo acogerá, a partir de las 12,30, el acto de inauguración del conjunto en granito auspiciado por la Asociación para la Recuperación de la Dignidad y la Memoria Histórica del concejo moscón, el Ayuntamiento de Grado y el Principado de Asturias, que consta de una base circular de algo más de seis metros y medio sobre la que distribuyen una serie de piezas cuadrangulares, a modo de lápidas que emergen del suelo, y una gran placa vertical de más de tres metros que evoca un paredón perforado por los balazos.
Para Alba, ha sido "todo un reto" materializar de un proyecto en el que ha querido transmitir "universalidad" al drama que recuerda el monumento, y hacerlo a través de una pieza que "sea muy austera y muy directa", que evite "todo lo que pueda tener que ver con lo panfletario" y que a la vez, "desde el punto de vista artístico, tenga unos valores plásticos propios, independientemente de los hechos que documenta".
Esa sobriedad del conjunto incluye una serie de claves simbólicas. Así, cada uno de los 'disparos' que "alojan el drama" en los veinte centímetros de espesor del granito, posee un diámetro, una profundidad y una dirección distintas, como "individualizando" las circunstancias y las consecuencias de cada uno de los seres humanos que cayeron bajo las balas.
Las "lápidas" del suelo desbordan, con su estructura en ángulo recto, la base circular, más pulimentada. De ese plano irregular emergen, también cada una a una altura distinta, brotando a la luz igualmente desde el olvido histórico, y son catorce, como los casos recuperados y documentados por la asociación impulsora de la iniciativa. Hay otros volúmenes que pugnan por elevarse del plano del suelo, como pidiendo también ser exhumados y recordados. Además, se incluyen, como inscripción, el nombre de Miguel Hernández y un poema en uno de los zócalos del suelo.
Otro detalle lleno de simbolismo se excava en las dos calles que se abren entre el campo de "lápidas": pequeñas concavidades semiesféricas de distintos radios, emparentadas directamente con el concepto de los "contenedores" habitual en la obra de Fernando Alba. La idea es que puedan ser receptáculo tanto para "el agua de la lluvia, que es vida" como para distintos usos más intencionados y ceremoniales: colocar unas velas o plantar flores. Algo, esto último, que se hará mañana durante la ceremonia inaugural de Memoria herida.
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