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Los letreros comprados por el Concello en 2010 por 73.000 euros para retirar la simbología franquista siguen esperando su estreno
David Fontán | A Coruña 22.06.2015 | 00:28
Modelo de nueva placa, con el nuevo y el viejo nombre de la calle.la opinión
El Ayuntamiento aprobó en 2009 la eliminación de la simbología franquista de las calles de A Coruña y el Gobierno local, entonces en manos del PSOE, incluso encargó a una empresa las placas y banderolas que iba a instalar y que no llegaron a ser estrenadas
En septiembre de 2009, el Ejecutivo local, con Javier Losada al frente durante aquel mandato, llevaba al pleno una propuesta para la eliminación de la simbología franquista en la ciudad. La medida ya había sido puesta en práctica en muchos otros municipios, en consonancia con la ley de memoria histórica que el Gobierno de Zapatero había aprobado dos años antes. A Coruña no era, por tanto, punta de lanza en este asunto. Los votos a favor de PSOE y BNG, que conformaban el Gobierno municipal, llevaban adelante la propuesta. El PP, único grupo en la oposición, mostraba su negativa escudándose en no haber sido consultado acerca del tema.
Tras la aprobación de los cambios, el Ayuntamiento decidió encargar a una empresa la realización de una serie de placas dobles que incluirían el nuevo nombre, sobre un espacio mayor, y el antiguo justo debajo. El contrato, por valor de algo más de 73.000 euros, se llegó a ejecutar bajo la exigencia de que la empresa entregase el material -150 placas para inmuebles y 40 banderolas- en un plazo máximo de dos meses. Sin embargo, han pasado casi seis años y de las placas, ni rastro. Ni siquiera han tenido la suerte de ver la luz del sol, excepto algún caso curioso como el de los letreros de la avenida de Oza, nombre elegido para sustituir el de avenida de General Sanjurjo. En noviembre de 2010, estas placas llegaron a lucir durante unas horas antes de dejar paso, de nuevo, a sus predecesoras "por faltar un trámite administrativo", en palabras del Gobierno local de entonces.
Aquella rectificación llegó a las puertas de las elecciones municipales de 2011. El PSOE coruñés intentaba entonces evitar polémicas con el fin de mantener el sector más conservador de su electorado, al tiempo que buscaba salvaguardar el pacto con el BNG por si finalmente era necesario de nuevo para formar gobierno. La renovación de las placas "se hará cuando toque, no se puede precisar", afirmaban los socialistas al final de aquel mandato. Pero no se precisó y tampoco tocó. La mayoría absoluta del Partido Popular, con Carlos Negreira a la cabeza, echó por tierra cualquier reedición del pacto de gobierno y, de paso, la postergada modificación del callejero, que una legislatura después sigue igual que estaba, en punto muerto.
La reforma afectaba a placas honoríficas, estatuas e incluso cuadros y relieves en el Ayuntamiento, pero también al callejero de la ciudad. Según el reglamento, uno es merecedor de dar nombre a una calle por sus hechos, para que sus acciones sean repetidas por las generaciones futuras.
Una comisión de expertos designada por el propio Gobierno local, de la que participaron historiadores e investigadores del período franquista, fue la encargada de decidir qué símbolos debían ser retirados y qué viales debían modificar su nombre. 22 calles, entre ellas General Sanjurjo o División Azul, fueron escogidas por la comisión para variar su denominación, lo que provocó que las familias de personajes como Millán Astray o Juan Canalejo recurriesen en varias ocasiones la medida, hasta que finalmente el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia avaló las decisiones tomadas en el pleno y desestimó, en última instancia, los recursos.
La retirada de la simbología franquista volvió a salir a la palestra en los meses previos a las elecciones municipales del pasado mes de mayo. La candidata del PSOE a la Alcaldía, Mar Barcón, prometió que de ser alcaldesa retomaría la media aprobada por su partido en 2009 y renovaría, por fin, el callejero. El BNG siempre ha mostrado su compromiso en este asunto, mientras que Marea Atlántica, formación que gobierna el Concello durante este mandato, llevó esta cuestión en su programa y se ha comprometido a retirar la simbología franquista de la ciudad.
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