dimarts, 29 de novembre del 2016

REPRESIÓN Y NECROLOGIO EN NAVASFRÍAS.

https://federacion.republicanos.info/2016/11/28/represion-y-necrologio-en-navasfrias/



 
 
 
 
 
 
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El necrologio de Navasfrías es más copioso de lo que señala la memoria colectiva, que hasta hace poco solo mencionaba una o dos víctimas
La represión programada en Navasfrías era sin duda mucho más severa de lo que fue a primera vista, aunque si se añade la persecución del comercio ilegal, vinculada con ella, resulta terrible. En los testimonios orales, además de las circunstancias favorables para la huida a Portugal, la moderación relativa en lo que atañe a las víctimas directas se atribuye a Braulio Manzano Aguilar, brigada de Carabineros. 
Éste, con su parsimonia en la declaración del estado de guerra, un calculado doble juego e incluso un solapado aviso al alcalde republicano León Almaraz, cuando le fue a entregar el bastón de mando, y  al concejal Ángel Ramos, cuando estaba guadañando, para que huyeran. Después descargaría sobre ellos las presuntas responsabilidades de otros, sin riesgo para los fugitivos ya al abrigo en el país vecino. Eran suegro y yerno, que fueron buscados el 6 de agosto, según el maquis Gerardo Antón (J. Chaves, “Represión en la guerra civil”, PROHEMIO, 9: 79), por falangistas de Casillas de Flores, entre ellos “el Gallito”, que al parecer también buscaban a un albañil que trabajaba en Navasfrías, pero no se lo dejaron llevar entonces para que lo mataran (N 2007a), aunque es posible que se tratara de Ignacio Sierra Borrego, cuyo cadáver al parecer se halló en Robleda (croniquilla del 6 de agosto).
Posteriormente, al quedar viudo, Ángel Ramos se casó en segundas nupcias en Portugal, en las que tendría otro hijo, emigró a Francia y después a Brasil. León  no pudo seguir a su yerno en el exilio, porque no le facilitaron el pasaje, debido a la edad. Estuvo veinte años viviendo en la clandestinidad, medio escondido en El Cuisal, casi a caballo en la raya de Portugal, adonde pasaría cuando se sintiera inseguro. De esta situación salió en 1956. Yerno y suegro habían sido procesados en rebeldía en 1937 (C.1886/37), siendo condenados oficialmente a un destierro al que ya se habían visto obligados desde el principio de la represión y, además, a una pesada multa y embargo de bienes, que obviamente recaerían sobre sus familias. En dicho proceso el brigada Manzano dio informes malos sobre los procesados, quizá para ponerse al abrigo de sospechas, y el párroco Matías García Miguel, poeta reconocido en Navasfrías y otros pueblos rayanos, se cobró presuntos agravios o desplantes, tachando de cobardes u oportunistas a los vecinos y autoridades militaristas por no haberlos apresado, pero sobre todo señalando a Petra Almaraz como la peor de la familia. No lo sería por mucho tiempo, pues el mismo año moriría a consecuencia de malos tratos, entre otras víctimas indirectas, la mayoría forasteras. Entre estas últimas se cuentan varios contrabandistas portugueses, que en el contexto de la guerra o la postguerra, fueron abatidos por los Carabineros o la Guardia Civil, que tal vez los tomaran en algún caso por maquis.
En consecuencia, el necrologio de Navasfrías, en cuyo registro civil no figuran muertos “por herida de arma de fuego” en las actas de defunción de 1936 y años siguientes, es más copioso de lo que señala la memoria colectiva, que hasta hace poco solo mencionaba una o dos víctimas.
Valentín Caballero Devesa, de 40 años, natural de Navasfrías, vecino de Moraleja (Cáceres), labrador, casado con Primitiva Bodón Miguel, con quien tenía cuatro hijos. Hacía trabajos de carpintería y tenía una taberna donde se reunían gentes de izquierdas. Los falangistas lo detuvieron con un albañil llamado Francisco con el que reparaba una tapia en la que apareció una pintada: “muerte al fascio criminal”. Pasó una semana de malos tratos en los calabozos del ayuntamiento, hasta que unos falangistas, al parecer de Valverde del Fresno, lo llevaron en dirección a Coria en una camioneta, en la que también se llevaron a Francisco y a otros tres detenidos: Vicente Carrero García (secretario del Partido Socialista), Benigno Viera Rego (dueño de la sede de reuniones del Frente Popular) y Baldomero Campos Durán (policía local). En el trayecto Julián “el Carrasco” y otros falangistas le impidieron a Eloísa Caballero, hija de Valentín, y a otros familiares acercarse a la camioneta. El 26 de agosto los detenidos fueron sacados en dirección a Torrejoncillo y bajados de la camioneta en el sitio denominado “Cuestas de Mínguez”, donde fueron fusilados y arrojados por un barranco, siendo los cadáveres abandonados. Un pastor, Aurelio Leno Clemente, avisó a las autoridades de Coria de que sus perros habían descubierto y encetado los cadáveres, pero las autoridades impidieron a Primitiva, viuda de Valentín, y a su familia ver y retirar los restos mortales, que, según testimonios de la Guardia Civil y de otras personas, quedaron enterrados en una zanja propia del terreno. Después las represalias contra la viuda y los hijos de Valentín fueron constantes por parte del citado Julián “el Carrasco”, entonces policía local, impidiendo con amenazas el llanto, mientras que el jefe de Falange en funciones, también con amenazas de muerte para ella y sus hijos, presionaba a Primitiva para que firmara un documento reconociendo la desaparición voluntaria de su marido. De su hijo Cipriano las autoridades locales dieron informes desfavorables cuando cumplía el servicio militar en Getafe, diciendo que era comunista. Los familiares de Valentín creen que en su denuncia pudo influir un incidente con un vecino que era lindero y labrador rico, Celso Alemán Ladero (Mor 2008).
Félix González Alfonso (a) “Mosquita”, de unos 50 años, jornalero, STT, casado, padre de tres hijas al menos. Se menciona en el expediente personal de Demetrio Gutiérrez (1979) como víctima eliminada en la misma saca y enterrado en el mismo lugar que éste, la finca de Campanilla, término de Ciudad Rodrigo  (croniquilla del pasado día 25). Su identificación constituye un caso ejemplar de lo laboriosa que resulta la recuperación de la memoria histórica, pues ha llevado casi cuarenta años, desde la primera pista ofrecida por un falangista en 1973, quien recordaba la detención y eliminación de un vecino “por no entregar una pistola, hasta que se pudo consultar la relación de entradas y salidas en la cárcel de Ciudad Rodrigo y los informes policiales de este municipio en 1979 (Desaparecidos 1936; Iglesias, Represión franquista: 40). Informes orales todavía recientes recogidos por una nieta de Félix, Liliane (residente en Francia), completan su perfil. Antes de la guerra civil, se había ido a Francia en bicicleta, de donde volvió con su familia por causa de una herencia, pero, pero al producirse la sublevación militar, él se quedó después de acompañar a su mujer hasta Fuentes de Oñoro para que tomara el tren de regreso a Francia. La esposa se sintió abandonada, quizá ignorando el destino fatal de Félix. Dos niñas de la pareja morirían de meningitis (N 2009).
Desconocido. Según testimonios, en el monte donde confluyen los límites de Portugal, Extremadura y Salamanca, llamado el Picotu, fue enterrado un forastero, probablemente asesinado (N 2007, 2008).
Entre las víctimas mortales indirectas se cuentan:
Un contrabandista portugués, de unos 25 años, quizá natural o vecino de Quadrazais (Portugal), falleció junto al molino de José Seijo, el día 18 de julio de 1937, a consecuencia de herida de arma de fuego, y fue enterrado en el cementerio de Navasfrías (Dil.N/37). Las circunstancias del hecho se describen en el parte enviado por el brigada Braulio Manzano al teniente de Carabineros de Casillas de Flores, Manuel Prieto Vasallo, instructor de las diligencias. Dicho súbdito portugués practicaba el contrabando habitual antaño de paquetes de café y carretes de hilo, en macutos cargados a la espalda, que luego había que vender casa por casa, lo que a veces era como meterse en la boca del lobo (en la C. 2133/1937: f. 408, Godofredo Checa Luna, capitán del Regimiento La Victoria, cuenta que, estando enfermo en cama en su domicilio de Ciudad Rodrigo, entraron dos portugueses que ofrecieron café a su esposa a 10 pesetas o a 8 pesetas si eran en plata. Saltó del lecho y consiguió detener a uno en casa de una vecina). En este caso eran un total de 9 o 10 macuteros, que en fila india trataban de franquear la raya por “el paso de la Chaparra”. Cerca de “la casa de Modesto” les esperaban, escondidos, el carabinero Cancio López Calvo y el soldado Esteban Miguel Mangas, este último del destacamento del Regimiento de la Victoria, de cuya presencia en Navasfrías no se tenían otras noticias. Los vigilantes estaban alertados por disparos que provenían del lado por donde se manifestaron dichos contrabandistas, hacia las 22 horas, y el que iba a la cabeza en seguida avisó a los demás. Los contrabandistas no obedecieron al alto “a los Carabineros”, sino que huyeron, dispersándose. En la persecución y tras cuatro disparos al aire, el Carabinero efectuó un disparo en dirección del grupo, haciendo blanco en uno de los que huían, a juzgar por sus lamentos. Los demás se internaron en el monte, sin que el Soldado consiguiera detener al guía, que se desprendió de la carga. Por todo botín, 3 bultos, con 52 kilos de café en grano tostado y 50 carretes de hilo blanco, que recogieron los vigilantes, mientras el herido se lamentaba con razón. Trataron de socorrerle en el caserío más cercano, el de “los Huérfanos”. Allí les prestaron dos caballerías, para el transporte del herido y de los bultos. Antes de llegar a Navasfrías, a la altura de la fábrica de José Seijo Lozano,  el herido solicitó en portugués que lo bajaran de la caballería, pues estaba realmente mal, sin poder seguir adelante. Quedó a su cuidado el Soldado, mientras el Carabinero fue a dejar la mercancía incautada en la residencia de los Carabineros. El Brigada con el mencionado Cancio López y otro carabinero volvieron donde estaba la persona herida, de hecho ya cadáver. En su agonía, sólo podría decir que era o vivía en Quadrazais (f. 1-2). Antes de darle sepultura, los médicos de Navasfrías y de El Payo le practicaron la autopsia:
[Era] un hombre como de alrededor de 25 años que vestía sombrero fino en mal uso, chaqueta y chaleco de dril, color gris a rayas, pantalón de pana color verde rayada en mal uso, camisa y calzoncillos de tela de algodón blanco también en mal uso, calcetines negros de algodón y alpargatas color marrón. La pierna del pantalón y calzoncillo del lado derecho y calcetín correspondiente se hallaban completamente empapados de sangre.
La herida de bala en la parte superior e interna de la pierna derecha en la región poplítea le había producido “la explosión casi completa del sistema vascular” (f. 7vº). En palabras llanas, este hombre murió desangrado, falto de cuidados. Los médicos concluyeron que la herida era mortal de necesidad y  que “la muerte se produjo a consecuencia de edema agudo post-hemorrágico”. Al carabinero Cancio López no se le seguiría responsabilidad alguna, según el dictamen del Auditor de Guerra, por haber obrado en actos de servicio (f. 12). De esto se deduce que, entre los servicios de los Carabineros, se incluía disparar contra los míseros contrabandistas. No consta si se practicó alguna diligencia para avisar a la familia de este joven portugués.
Petra Almaraz Marcelino, de 26 años, hija de León y de Fausta, de profesión “sus labores”, casada con Ángel Ramos Navais, de cuyo matrimonio dejaba dos hijos; falleció el día 4 de septiembre de 1937, a consecuencia de “miocarditis escarlatinosa” (RCN, act. def. 05/09/1937). Como se indicó más arriba, su padre (“ti León”) había sido alcalde de Navasfrías  y su marido concejal, ambos fugados a Portugal en la primera quincena de agosto de 1936. De hecho, según los testimonios, la causa inicial fueron los malos tratos de que fue objeto, por lo cual “se le envenenó la sangre” (N 2005a); y si no fue atropellada con caballos por los falangistas en 1936, como asegura el maquis Gerardo Antón (supra), sí habría sufrido patadas propinadas por sus verdugos, cuando al parecer estaba embarazada (N 2007), circunstancia que delataba la presencia de su marido a uno u otro lado de la frontera de Portugal, donde sus enemigos sospechaban que se escondía. El párroco daba malos informes sobre ella, porque no quiso bautizar a los hijos (N 2009), tanto que, efectivamente, en el expediente contra su padre el ínclito “don Matías”  (supra) se desahogaba contra Petra: (…) la mujer del segundo [Ángel Ramos] e hija del primero [León Almaraz] es más agresiva y violenta que ellos (C.1886/37: f. 3).
Agustín Cuevas, que vivía en el paraje de Los Llanos, fue uno de los que protegieron y escondieron en su huida a León Almaraz y Ángel Ramos, por lo cual sería víctima de malos tratos de los que habría muerto en fecha incierta (N 2009).
Dos hijas de Félix González murieron de meningitis (cf. supra), en fecha incierta.
Un contrabandista portugués fue abatido en El Cuisal por los Carabineros o la Guardia Civil, así como otros dos o tres portugueses a la entrada de las minas, cuando introducían ilegalmente “mineral”, por el mismo tipo de agentes. Todos ellos en fecha incierta.
El número de víctimas mortales indirectamente relacionado con la represión franquista refleja bien el ambiente que se respiraba en este pueblo fronterizo, que tiene más cerca los pueblos de Portugal que los de España, con los que además ha estado mal comunicado, por lo que, en cierto modo, casi ha tenido que vivir en régimen de autarquía (“una especie de Principado de Andorra”, resumía D. Julián Mateos Plaza, joven párroco de Navasfrías al filo de 1950). Con el tiempo la guerra y la postguerra aportaron una prosperidad inesperada en Navasfrías y El Payo, con el contrabando de estaño y de wolframio que, de acuerdo con las circunstancias, se practicaba en uno u otro sentido en la frontera. Además, los mineros cobraban sueldos que casi doblaban el de los jornaleros. Ahora bien, los contrastes sociales también habían marcado la vida local y, en el contexto bélico, a ellos se añadieron otros, como la rivalidad de los Carabineros y el destacamento de la Guardia Civil. Los agentes de este instituto consideraban sospechosos de republicanismo a los del primero. El mismo brigada Manzano se vería envuelto en una información, diligenciada por Antonio Cejudo, capitán de la Guardia Civil, debido a los trapicheos comerciales con patatas por parte de Agustín Calzada, jefe falangista de Ciudad Rodrigo. Pero el Brigada se resarció con la denuncia de un guardia civil, Bernardo Nieto Santa Olalla, que, sin reparo alguno, acosaba a una vecina casada, cuyo marido tendría antecedentes izquierdistas, prometiéndole protección (Iglesias, Represión franquista: 531).
Los republicanos políticamente marcados fueron represaliados, como los afiliados a la Sociedad Obrera, de la cual había sido presidente Román Martín (“ti Román”) y secretario el mencionado Ángel Ramos. Al producirse el Alzamiento fueron detenidos el citado Román Martín, así como Juan Caballero (“ti Manillas”) y “ti Delfín”. También fue perseguido Plácido Ramos, que era el “rojo oficial del pueblo”. A otros miembros de la Casa del Pueblo les retiraron los empleos municipales (N 2007a). Entre los represaliados hay otro miembro de la familia Ramos: Domingo Ramos Navais. Tuvo que incorporarse a las filas del ejército franquista en los últimos reemplazos, pero se pasó con otros soldados a la zona republicana. Por ello sería juzgado después en consejo de guerra y condenado a una pesada pena, aunque sólo estaría en la cárcel año y medio, obligado “a revisión” una decena de años (N 2005). Su detención se produjo, al parecer, cuando volvió al pueblo por las fiestas de San Juan y los guardias civiles de Peñaparda le echaron mano y fue a parar a un campo de concentración (N 2007a). Algunos de estos republicanos navasfrieños, como el mismo Ángel Ramos mientras estuvo en Portugal, mantuvieron contactos con los maquisque merodeaban por El Jaque (Villasrubias) y Jálama. Gracias a su ayuda consiguieron salir de España los últimos guerrilleros de Extremadura e 1948 (Iglesias 2016b: 333-337).
Así pues, descontados los naturales contabilizados con los vecinos de otras localidades, como Emilio Hernández Hernández (vecino de Carpio de Azaba), el total de afectados por la represión en Navasfrías ronda la veintena:
-víctimas mortales: 10 u 11 (7 u 8 indirectas)
-víctimas carcelarias: 7
-depurados, exiliados: 4 (uno de ellos también preso)
-sancionados, embargados: 2 (también exiliados).