Antes incluso de acabar la guerra, el régimen franquista persiguió a los maestros republicanos liquidándolos, con la intención de eliminar cualquier rastro de su persona. Franco hizo de la educación una forma de inculcar los valores fascistas a la población desde pequeños. La educación franquista estuvo dirigida en su mayoría por la Iglesia y por el partido falangista, con lo que ello conllevaba.
El sector que, posiblemente, más sufrió la dictadura fue el de la educación. EL franquismo no solo acabó con la educación creada durante la república, sino que persiguió y eliminó a todos aquellos docentes que impartieron clase durante la República.
Esta persecución podemos explicarla con el discurso dado por José María Pemán, en una fecha tan temprana como la del 7 de septiembre de 1936, en una circular destinada a los vocales de las Comisiones Depuradoras: “Si todos cuantos forman parte de la Comisiones depuradoras se compenetran de esta manera de pensar y la transmiten en patriótico contagio a aquellos que han de coadyuvar a su labor en sus informes, es cosa segurísima que antes de mucho, en esta España que hoy contemplamos destruida, empobrecida y enlutada, una vez restaurado su genio y tradición nacional, veremos amanecer en alborada jubilosa, un nuevo siglo de oro para la gloria de la Cristiandad, de la civilización y de España”.
Se ha llegado a contar hasta 60.000 maestros asesinados a mano del régimen franquista, según la tesis realizada por Morente Valero. Los que no murieron fusilados tras el levantamiento militar pasaron en su exilio interior la más terrible purga profesional.
Una vez que el régimen acabo con cualquier atisbo de los maestros republicanos, se dedicó a crear una educación que formara a las futuras generaciones en el ideario fascista y ultracatólico en el que se sostentaba el régimen.
Para ello, la dejó en manos de dos instituciones: la Iglesia y el partido falangista. Estas dos instituciones crearon una educación donde se mezclaba lo religioso y político, eliminando todos los avances educativos que la República había realizado.
La muestra de este adoctrinamiento se pueden ver en las leyes educativas de 1938, donde la educación se dividió por clases sociales; la de 1943 donde los rectores y directores de centros docentes debían ser de las FET y las JONS; la de 1953, donde la educación, aunque en menor medida, seguía adoctrinando y separando por clases sociales a la población; y en último lugar, la de 1970, que aunque algo más abierta, seguía siendo una educación clasista y con férreos valores eclesiásticos.
Autor: Fernando Aguilar
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