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80 AÑOS EL ESTALLIDO DE LA GUERRA CIVIL
Las exhumaciones en el cementerio de Valladolid desvelan que las víctimas, aunque fusiladas, recibieron un trato diferente
Toda purga política que se precie, y la que llevaron a cabo las tropas y milicias nacionales a partir del 18 de julio de 1936 en la capital lo fue, sin duda, requiere de una cierta sistemática. Pues bien, las exhumaciones de los restos de una de las fosas comunes del cementerio de El Carmen, a la que fueron tiradas personas que aquel día perdieron sus nombres y apellidos –y difícil será que los recuperen ahora, ochenta años después del inicio de la Guerra Civil, aunque en ello están desde ayer un equipo de arqueólogos–, están permitiendo conocer un poco más de la mecánica de la muerte desplegada por el franquismo. No todos los muertos, incluso en aquella convulsa tesitura, eran tratados por igual: «Tenemos a personas que fueron enterradas con féretros, otras que fueron tiradas con algunas pertenencias –medallas, carteras, lapiceros...– y algunas más que fueron despojadas de ellas», resume el arqueólogo Julio del Olmo, director de las excavaciones que, por ahora, se centran en la fosa del ‘cuadro 58’.
Los ejecutores, ante cuyos rifles de asalto y pistolas desfilaron, al menos, 2.500 vallisoletanos entre 1936 y 1942, llevaron un cierto registro sobre los enterramientos masivos en el decimonónico camposanto de la capital. De ahí que los investigadores de la Asociación de la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) hayan podido determinar la existencia de, al menos, «siete fosas comunes registradas entre los cuadros 46, 53 y 58», una de las cuales, la número siete, albergaba 105 cuerpos. Lo complicado ahora es localizarlas a causa de las posteriores remodelaciones en los caminos y cuadros del cementerio. Sí tienen claro que en torno a la fosa en la que ahora se encuentran trabajando cinco arqueólogos, una bióloga y un peón, que fue señalada en su día por el hermano de una de las víctimas, «puede haber hasta dos más en un radio de apenas unos metros cuadrados».
Los trabajos iniciados permitieron descubrir dos cuerpos más, a sumar a los 41 ya localizados entre abril y mayo, además de algunos objetos personales singulares de las víctimas. «Hemos encontrado tres medallitas iguales con el Sagrado Corazón y la Virgen, y creemos que pudieron recibirlas las víctimas de manos de sus confesores antes de ser ejecutados», explica Julio del Olmo, quien aclara que «no todos los asesinados recibieron el mismo trato».
Con féretro y a la fosa
Así, aquellos que eran condenados en juicios sumarios (de 442 se tiene constancia que descansan en El Carmen) podían ser enterrados en féretros, aunque fuera en una fosa común, que costeaban los familiares; mientras que otros, incluso, como en el caso del último alcalde republicano, Antonio García Quintana (fusilado el 8 de octubre de 1937), pudieron recibir sepultura individual. Después estaban aquellos que no confesaban lo que debían y eran tirados al enterramiento común. Y, por último, los ejecutados extrajudicialmente (en torno a seiscientos en El Carmen) acababan en la fosa, en su mayoría, con sus pertenencias encima –de ahí las carteras, lápices...–.
Unos y otros se amontonan en la tristemente célebre fosa del ‘cuadro 58’, en la que los especialistas creen que pueden encontrar algunas decenas más de cadáveres. «Todos ellos presentan disparos de bala, algunos en el cuerpo –los fusilados por un pelotón– y otros en la cabeza –asesinados sin juicio o rematados por el jefe del pelotón–, pero todos murieron violentamente», destaca el director de las excavaciones, quien recuerda que «ni eso habíamos podido confirmar hasta ahora».
Los trabajos de exhumación, financiados por el Ayuntamiento, se prolongarán durante dos meses. «Esperamos poder descubrir esta fosa por completo y puede que las dos colindantes, pero no queremos dar falsas esperanzas a nadie en cuanto a identificaciones, ya que eso va a ser complicado, pero sí intentaremos que todos reciban una sepultura digna, al fin», concluye Julio del Olmo.
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