A
ningún político de ninguna época, a ningún diputado o representante del pueblo
debe tanto la democracia en España como a Clara Campoamor. Le debemos nada
menos que el sufragio universal, algo que hoy puede parecer normal, pero que
resultó una durísima tarea que ha consumido en casi todos los países las
energías de varias generaciones de mujeres y de hombres amigos de la igualdad.
En el nuestro, se consiguió de golpe, sin aparente esfuerzo, porque el esfuerzo
lo hizo una persona sola: Clara Campoamor.
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