diumenge, 28 d’abril del 2013

El milagroso bebé del bombardeo de Gernika


http://www.deia.com/2013/04/26/politica/euskadi/el-milagroso-bebe-del-bombardeo-de-gernika

26 DE ABRIL DE 1937 SE CUMPLEN 76 AÑOS DEL BOMBARDEO


MAITE ELORZA HABLA POR PRIMERA VEZ SOBRE SU NACIMIENTO EN LA VILLA FORAL EL 26 DE ABRIL DE 1937, DÍA DEL ATAQUE DE LOS NAZIS, DEL QUE HOY SE CUMPLEN 76 AÑOS
IBAN GORRITI - Viernes, 26 de Abril de 2013 - Actualizado a las 05:33h
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Maite Elorza y su hermana mayor, Conchita, posan con una obra inspirada en el ‘Guernica’ de Pablo Picasso.
Maite Elorza y su hermana mayor, Conchita, posan con una obra inspirada en el ‘Guernica’ de Pablo Picasso. (Iban Gorriti)
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  • Maite Elorza y su hermana mayor, Conchita, posan con una obra inspirada en el ‘Guernica’ de Pablo Picasso.
LAUDIO
TODO fue un milagro. Milagros. DEIA lo relata tras permanecer siete décadas como un secreto familiar bien custodiado. Lo confirman las dos mujeres protagonistas: las hermanas Conchita y Maite Elorza. La segunda resultó ser lo único positivo, hermoso, que aconteció el día del histórico bombardeo sobre Gernika-Lumo, del que hoy se conmemora su 76º aniversario. Aquel 26 de abril de 1937, mientras centenares de personas perdían la vida bajo bombas de alemanes e italianos con el beneplácito de los golpistas españoles, en Kaixau, edificio de la hoy calle Industria, nació Maite.
Dentro de la tragedia, esta fue la historia más bonita, tal vez la única. Deogracias Elorza, de Elantxobe, era conductor y mecánico. Vicenta Ansotegi, ama de casa, de Ibarrangelu. Deo fue contratado por Autobuses Vascongados y se mudaron a Gernika en 1931. Tenían dos hijos: Conchita y José Antonio.
Estalló la Guerra Civil y Vicenta quedó embarazada. El último día de marzo bombardearon Durango y Mola avisó: "Guerniqués, cuando veas las barbas de tu vecino durangués afeitar, pon las tuyas a remojar". Y cumplió. Para entonces Deogracias se movilizó con los gudaris como experto conductor que era. A la casa familiar, frente al antiguo frontón, llegó de Bilbao la tía Antonia -tía a su vez de José Luis Arteche, después delantero del Athletic-, a ayudar a Vicenta a punto de parir.
Hoy hace 76 años era día de mercado y comenzó un movimiento de aviones y sirenas por la mañana sobre Gernika. A mediodía, los nervios precipitaron el parto de Vicenta en el tercer piso de la casa. Una vecina acudió a ayudarla a dar a luz. Los niños subieron asustados por la alerta sonora. "Habéis tenido una hermanita muy bonita". La llamaron Maite. "Quizás por el significado de amada, querida. Aunque los otros (por los franquistas) ya se ocuparon luego de que yo acabara siendo María Teresa", se ríe la hoy cumpleañera en Laudio, donde se afincó la familia.
Antonia envió a los niños a jugar, pero si sonaban las sirenas debían ir al refugio de la fábrica Astra. "No volváis a casa por nada". Y sonaron las alertas. José Antonio, de 10 años, y Conchita, de 7, corrieron al refugio. "No se puede salir, sentaos ahí en silencio", le dijo quien custodiaba la puerta. "Hemos tenido una hermana, pero no sabemos dónde está aita", informaron. Pronto comenzaron los primeros estruendos de las bombas. El terror. Los hermanos se abrazaron aterrados. "No sé cuánto tiempo estuvimos allí", valora Conchita, que hoy acompaña a su hermana pequeña para el reportaje. De pronto una voz hizo llorar a la pequeña: "Aún hoy lo recuerdo y me pongo…". Era aita Deo que les llamaba. La salida fue terrorífica. Anochecía. Una luz rojiza lo iluminaba todo. El olor y el calor hacían el momento histórico irrespirable. "¿Dónde están ama y la bebé? ¿Por qué quieren matarnos? ¿Y ahora dónde vamos?", se preguntaban. Salieron por la vía del tren, bordeando la zona incendiada, para subir hasta Santa Clara donde les esperaban, vivos, Vicenta, Antonia y Maitetxu, en la camioneta de Deo.
Había pasado lo peor: lo sufrido en el tercer piso donde se recuperaba la parturienta fue de pánico continuo. El edificio contiguo, así como el frontón, ya ardían cuando la vecina que había asistido a Vicenta huyó. Se disculpó: "En esta situación no podemos sacaros de aquí. Que Dios os bendiga". La mujer salió a la calle con su marido. Encontraron la muerte ametrallados por un avión.
Deo pudo acceder al hogar y allí conoció a su hija. Junto a Antonia le dieron las aguas del bautismo a Maite. El fuego ya ahogaba. El padre lanzó por la ventana dos colchones, cogió en brazos a Vicenta y bajó a la calle. Antonia portaba a la recién nacida. Un colchón había cogido fuego. Junto a él, los cadáveres de los vecinos ametrallados y escombros. En camioneta subieron a Santa Clara, junto a la Casa de Juntas, objetivo militar no atacado.
Deogracias, con otros cuatro hermanos gudaris que acabaron presos, tras un largo periplo llegó a Ibarrangelu, a casa de Serapia, hermana de Vicenta. Esa misma noche el padre volvió a Gernika para incorporarse al grupo de gudaris en sus labores de auxilio a los heridos. Por la mañana abandonaron lo que quedó de la villa con la orden del Gobierno de Euzkadi de retirarse hacia Bilbao. Deo murió en Laudio, en 1966, "sin haber podido decir en democracia lo que realmente ocurrió ese día en Gernika. Él lo lamentaba", explica Joxean Urkijo, hijo de Conchita, quien ha conseguido convencer a las hermanas que hagan colectiva su verdad a través de este diario.
VENCIDOS Antonia volvió a Bilbao y acogió a los supervivientes en su casa de la calle Santa María del Casco Viejo. Vicenta y Antonia decidieron no evacuar a los niños mayores a Inglaterra. Conchita acudía a casa de su vecino José María Makua, quien acabaría siendo diputado general, a oír hablar en castellano porque en el colegio no la admitían "solo sabiendo euskera". Sufrieron racionamiento y humillaciones. "¡Gudari, te hemos vencido!", escuchaban desde los balcones cuando los franquistas entraron en Bilbao el 19 de junio de 1937. Conchita fue la encargada de visitar la cárcel de Larrinaga para llevar alimentos a los parientes presos. Mientras, Deo pensó que no vería más a su familia. Fue apresado en Santander. Tras diversos avatares lo encarcelaron en la Universidad de Deusto hasta su indulto y excarcelación en 1940.
La familia Elorza-Ansotegi representada por Conchita y Maite nunca ha pretendido mostrarse como víctima de los horrores sufridos, pero dan fe de lo que sucedió, convencidas de la necesidad de contribuir con su testimonio vivo a la memoria colectiva vasca. "He vivido siempre con que soy la niña del bombardeo, pero viví feliz. Fue terrible que mi madre se quedara solo con un camisón", reconstruye Maite, quien muestra la credencial que firmó un cura, con una "mentira piadosa", se ríe. "Puso que nací el 25, en vez del 26, a las 23.30 horas", agrega. "A la historia no se le puede hurtar esto que pasó", concluye Joxean, satisfecho y orgulloso.