diumenge, 27 de desembre del 2015

Los seis turolenses del Ipanema.


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Exposición sobre el turolense Francisco Azorín Izquierdo que durante estos días puede verse en el claustro de San Pedro de Teruel.

Hace 40 años, tal día como hoy, moría en el exilio en México Francisco Azorín Izquierdo, un arquitecto y político republicano turolense que durante el último año y medio ha sido objeto de exposiciones y publicaciones a ambos lados del Atlántico.
F.J.M. Teruel
27/12/2015


Hace 40 años, tal día como hoy, moría en el exilio en México Francisco Azorín Izquierdo, un arquitecto y político republicano turolense que durante el último año y medio ha sido objeto de exposiciones y publicaciones a ambos lados del Atlántico. Se exilió a México en 1939 al término de la guerra civil española y lo hizo en el buque Ipanema, uno de los barcos con refugiados republicanos que hicieron la travesía hacia América después de que el presidente mexicano Lázaro Cárdenas abriera las puertas de su país a estos desplazados. En el mismo barco en el que viajó Azorín lo hicieron otros cinco turolenses. Una exposición que puede verse durante estos días en el claustro de San Pedro en Teruel ha recuperado sus nombres. Entre ellos había desde periodistas y veterinarios hasta un famoso anarquista que protagonizó un trágico asalto a un furgón con los sueldos de los trabajadores de la cervecería Modelo de México.
La identidad de los turolenses que viajaron en el Ipanema muestra cómo el exilio que viajó a México no solo estuvo formado por profesionales de alto nivel e intelectuales muy cualificados. Fueron estos los que más destacaron y de los que más se ha hablado, pero entre los desplazados de Teruel había también obreros sobre los que se pierde la pista tras su llegada al país azteca e incluso algún anarquista cuyo nombre es utilizado hoy día por una célula terrorista antisistema, o un periodista que alcanzó prestigio en la prensa deportiva.
La memoria histórica se ha fijado en personajes como Azorín por todo lo que aportaron a México y porque mantuvieron vivos los ideales de la II República. La lista del pasaje del Ipanema, con los nombres y la filiación de quienes viajaron a México, revela las identidades de aquellos otros turolenses que como el arquitecto de Monforte se vieron forzados a dejar su país.
Todos ellos fueron desplazados, una de las grandes lacras de la sociedad moderna desde las primeras décadas del siglo pasado y que hoy no ha cesado todavía. Por el contrario, el drama de los refugiados se ha incrementado más todavía como pone de manifiesto que durante el año 2015 hayan llegado a Europa más de un millón de desplazados, a los que hay que sumar los más de 50 millones que hay en todo el planeta.
Entre los exiliados republicanos que llegaron a México tras la guerra sobresalió el turolense Francisco Azorín Izquierdo. Nacido en la localidad turolense de Monforte de Moyuela en 1885, con 5 años se instaló con sus padres en la capital turolense, donde estudió en el Instituto General y Técnico de Teruel. Sus brillantes calificaciones con matrículas de honor le valieron una beca de la Diputación de Teruel que le permitió estudiar Arquitectura en Madrid.
Nunca perdió el contacto con su tierra natal, aunque acabó instalándose en Córdoba. Una exposición que acoge hasta el 31 de diciembre el claustro de San Pedro, titulada De vuelta a casa. Francisco Azorín, el turolense errante, ofrece un repaso por su vida al celebrarse los 40 años de su muerte en México.
Azorín fue un destacado arquitecto y político que llegó a ser diputado en las Cortes Constituyentes de la II República, además de impulsar iniciativas como las Casas Baratas de la Fundación Pablo Iglesias para facilitar el acceso a una vivienda digna a las clases obreras. Durante la guerra civil desempeñó también importantes labores diplomáticas como cónsul en Tarbes y Toulouse. En ambas localidades al otro lado de los Pirineos se encargó de recibir a los desplazados republicanos que iban llegando a Francia.
Al terminar la guerra, Azorín viajó a México con otros refugiados españoles. Llegó con 53 años de edad pero se convirtió en un referente de los transterrados. No dejó de ayudar a sus compatriotas, siguió impulsando en su país de adopción la construcción de escuelas y la construcción de casas baratas para las familias con menos recursos, además de ejercer como profesor universitario y trabajar en su oficio de arquitecto.
Símbolo de identidad
Presidió durante varios años el Círculo Cultural Pablo Iglesias y fue el encargado de diseñar, junto a su hijo Ángel y su nieto Telmo, el monumento del exilio español a Lázaro Cárdenas, el presidente mexicano que abrió las puertas del país a los desplazados republicanos. Desde 1973, ese monumento, que muestra una mano tendida que da acogida a los refugiados y que se encuentra en el parque España de México Distrito Federal, es uno de los mayores símbolos de identidad del exilio español en todo el mundo.
Francisco Azorín murió el 27 de diciembre de 1975, tal día como hoy de hace 40 años, en su casa de México. El año pasado, a raíz de cumplirse el 75 aniversario del exilio republicano, varias exposiciones, libros y conferencias han traído de nuevo a la memoria a este ilustre turolense, del que puede verse ahora una exposición en el claustro de San Pedro. Además, la intención es que la muestra itinere el próximo año por toda la provincia para dar a conocer a este personaje tan destacado del exilio.
Fueron muchos los turolenses que tuvieron que exiliarse. Algunos acabaron en los campos de exterminio nazi como el de Mauthausen en Austria, donde perdieron la vida la mayoría. De los que pudieron viajar a otros países, algunos destacaron en distintas facetas profesionales y culturales. El exiliado turolense más famoso es sin duda Luis Buñuel, que también se instaló en México. Otros nombres destacados del exilio turolense son Palmira Plá, Alfredo Gracia, Augusto Pérez Vitoria, Joaquín Segura y Eleuterio Blasco Ferrer, entre muchos.
La exposición que puede verse ahora en el claustro de San Pedro sobre Azorín rescata también del olvido el nombre de los otros turolenses que viajaron con él en el Ipanema. El buque zarpó el 14 de junio 1939 desde el puerto de Burdeos con destino a tierras mexicanas.
La lista completa del pasaje se conserva en la Fundación Pablo Iglesias de Madrid. Junto a Azorín figuran otros cinco turolenses: Ricardo del Río Albero, Guillermo Añoveros Yuste, Ramón Aguilar Maromonte, Mariano Sánchez Añón y Juan José Vilatela Maorad.
En la embarcación viajaron 994 refugiados de toda España. Llegaron al puerto de Veracruz el 7 de julio de 1939. Al día siguiente, el diario El Dictamen titulaba a toda plana en portada: "Manifestaciones contra los comunistas españoles que han llegado a México". Las muestras de rechazo no facilitaron la integración y algunos lo pagaron caro.
Los seis turolenses que viajaron en el Ipanema tuvieron vidas dispares. Francisco Azorín se integró perfectamente tal como muestra la exposición que puede verse en el claustro de San Pedro. Solo en un caso se pierde la pista a partir de ese momento, en el del alcorisano Ramón Aguilar Maromonte.
Aguilar era soltero y tenía 28 años al arribar a puerto. Pertenecía a la Confederación Nacional del Trabajo, de la que fue tesorero en su pueblo, y durante la guerra combatió como soldado voluntario. Al término de la contienda acabó en un campo de concentración francés y de ahí logró embarcarse rumbo a México en el Ipanema.
Mariano Sánchez Añón
Quien no pasaría inadvertido en México sería otro militante turolense de la Confederación Nacional del Trabajo llegado en el mismo buque, Mariano Sánchez Añón, natural de Mas de las Matas, casado y de 31 años de edad. Había sido presidente del Sindicato de Oficios Varios de su pueblo y durante la guerra comisario de la 28 División. Al cruzar la frontera francesa acabó como la gran mayoría en un campo de concentración hasta que el Servicio de Evacuación de Refugiados Españoles (SERE) comenzó a evacuar a los republicanos a México.
Este turolense acabó representando a lo peor del exilio español e incluso se le llegó a retirar todo el apoyo que recibían al principio los republicanos hasta que conseguían cierta estabilidad. Tras asesinar a una persona apenas un año después de su llegada, en la finca de Santa Clara donde había sido reubicado, optó por el terrorismo.
El dirigente anarquista zaragozano Adolfo Hernández, también exiliado en México, llegó a decir que Sánchez Añón y otros militantes radicalizados "eran tarados de la guerra, exaltados de la violencia, creyendo en los atracos; los mató la política".
El de Mas de las Matas es tristemente célebre por haber participado el 26 de diciembre de 1941, integrado en un grupo anarquista mexicano, en el atentado a una camioneta de la cervecería Modelo de México para robar la nómina de los trabajadores. Tras el asalto, al ser descubierto en su domicilio, se pegó él mismo un tiro para evitar su detención.
Con la muerte de este turolense, el anarquismo mexicano abandonaría su lado más extremista hasta la fecha. Hoy ha vuelto a resurgir con fuerza a través de los movimientos antisistema radicales y en México hay un grupo de terrorismo callejero que lleva su nombre, autodenominado Célula Insurreccional Mariano Sánchez Añón.
Los otros tres turolenses que viajaron en el Ipanema se integraron en la vida mexicana y acabaron destacando en sus respectivas profesiones. Guillermo Añoveros Yuste, natural de Teruel y miembros de la UGT, que tenía 39 años al llegar a Veracruz, siguió ejerciendo como veterinario en el país de acogida. Llegó a ser jefe de Salud Veterinaria del Estado de México y se encargaba de atender la plaza de toros. Le tocó un premio de lotería y compró un rancho en Toluca, a poco más de una hora de viaje en coche del Distrito Federal, que llamó Rancho Teruel y en el que se juntaba con frecuencia un grupo de aragoneses.
Ricardo del Río Albero
También destacaría profesionalmente el periodista Ricardo del Río Albero, nacido en Teruel y que tenía 30 años al finalizar la contienda. Militaba en el PSOE y en la UGT y durante la guerra había sido director de la Agencia Febus, cuya infraestructura sería el germen de EFE, y redactor del periódico El Diluvio. Antes de embarcarse en el Ipanema había estado recluido en el campo de concentración francés de Argeles sur Mer. En México se destacó pronto en su profesión y acabó dirigiendo periódicos deportivos.
El sexto turolense que viajó en el Ipanema fue Juan José Vilatela Maorad, que tenía entonces 19 años y que escapó de una muerte segura tras el asesinato de su padre y de su hermano. Natural de Teruel, estaba soltero y militaba en Izquierda Republicana. En la guerra fue soldado y funcionario de la Subsecretaría de Propaganda. Como indica su apellido, era hijo del gran político turolense Gregorio Vilatela Abad, asesinado en 1936 por los golpistas y que en el año 2003 fue homenajeado en Mas de las Matas en el I Coloquio sobre "El republicanismo en la historia de Teruel".
Gregorio Vilatela fue diputado en las Cortes Constituyentes de la II República y salió también elegido en 1936. Allí fue vicepresidente de la Comisión Agraria, cuyo presidente fue Mariano Ruiz Funes, abuelo de Juan Ignacio del Cueto Ruiz Funes, profesor de Arquitectura de la UNAM de México y que es quien ha recuperado la figura del arquitecto y político turolense Francisco Azorín.
Del Cueto Ruiz Funes es quien ha inspirado la exposición que durante este mes se puede ver en el claustro de San Pedro, además de ser la persona que en México ha reivindicado como pocos la figura de Azorín con libros y exposiciones como la muestra inaugurada en el verano del año pasado en el Palacio de Bellas Artes, titulada Presencia del exilio español en la arquitectura mexicana, y que durante 2015 ha recorrido varios estados mexicanos.